Puedes decir que lo sientes un millón de veces, puedes decir te amo tanto como tu quieras.
Pero si no vas a demostrar que lo que dices es cierto...Entonces no digas nada, nada en absoluto.
Porque si no puedes demostrar lo que dices, tu palabras no significan nada.
Todo hasta hoy había sido maravilloso. Después de la ultima reconciliación no habíamos tenido ningún problema. Nos veíamos a escondidas cuando podíamos. Lo que si, todo lo hacíamos fuera de mi casa y fuera de la de él. Mi madre desde la ultima vez no permitió que Franco volviera a entrar a la casa, y yo lo entendí, le había dicho que se había acabado. Pero el amor fue mas fuerte. Desde un comienzo nos complico, no teníamos donde vernos o mas bien donde intimar. Hasta que recordamos que existían los moteles. Jamas había sentido tanta vergüenza de entrar a un lugar, y jamas creí que entraría a uno. Con tantos reportajes que había visto en la televisión sobre moteles y la poca higiene que se mantenía en ellos, había decidido nunca ir a uno. Pero ahí estaba... Entrando en el auto junto a él, estacionando el auto bajo la habitación que nos habían designado. Nos bajamos y Franco corrió la cortina para cubrir el espacio en el que se encontraba el auto. Al costado derecho de la puerta del copiloto, se encontraba la angosta escalera para llegar a la habitación. Subí yo primero y el detrás mio, todo en silencio. Abrí la puerta de la habitación, a simple vista se veía todo muy limpio y de buen olor, eso me agrado. La habitación era rectangular. A un extremo se encontraba la cama de dos plazas con sus respectivos veladores, arriba del respaldo, en la muralla, se encontraba el teléfono. A los pies de la cama se encontraba la televisión en un mueble de madera. Y en el techo, arriba de la cama un gran espejo para admirarse en el acto, ¿Y si el espejo se cae?, ¡que miedo!. Al costado derecho se encontraba un sofá y una pequeña mesa de madera circular. Al otro extremo se encontraba el baño, y frente al baño el jacuzzi. Y en el centro de la habitación una ventana, la única ventana que daba a la calle del recinto. Franco esperaba detrás de mi, esperando que reaccionara.
—¿Te gusto?, ¿tú lo elegiste?— pregunto tomándome la mano izquierda.
—Si, se ve como en las fotos— lo tome del cuello, le di un beso y comenzó a sonar el teléfono
—Conteste usted— pidió frunciendo el ceño. Camine hacia la cama y conteste.
—Hola, la tarifa incluye una botella de champagne o vino chardonnay con frutillas y chocolate.
—Champagne o chardonnay?— pregunte a Franco.
—¿No tienen chela?.
—La promoción es con eso— respondí levantando los hombros.
—No se, lo que quiera. Pero pídame unas chelas— le guiñe un ojo.
—Chardonnay... ¿Y tienen cervezas?.
—Si, tenemos Austral, Budweiser, Heineken, Corona y Kunstmann, son de tamaño personal— le indique las cervezas que tenían.
—Austral... Unas cuatro— respondió él sacando la lengua.
—Entonces el chardonnay y cuatro cervezas Austral.
—Bien, en seguida le llevan su pedido, ¿como cancela?.
—Con tarjeta... Redcompra.
—Que tengan una linda estancia— dijo la mujer que tenia una voz madura pero amable. Esperamos impacientes a que llegara el pedido. A los minutos después tocaron la puerta. Era una mujer joven de no mas de treinta años. Tenia en la cara una sonrisa nerviosa, como sabiendo que habían dos hombres en la habitación. Y claro, debieron comentarlo cuando nos vieron en la entrada mientras Franco entregaba su carnet.
—¡Hola!— dije sonriendo. Recibí la pesada bandeja con las cosas y el carnet de Franco. Deje la bandeja en la mesa de centro e hice el pago.
—¿Propina?— pregunto tímidamente la chica.
—Te la doy en efectivo— respondí guiñándole un ojo. Confirme el monto, le entregue la maquina y metí la mano en mi bolsillo para entregarle cinco mil pesos, que eran cerca del diez por ciento de la cuenta. Me entrego el recibo, le entregue la propina.
—¡Gracias, muchas gracias!— dijo recibiendo los cinco mil pesos como si fuera la mejor propina o la única del día. Me despedí, cerré la puerta con seguro y me gire hacia Franco que se encontraba recostado en la cama sin zapatillas y comiendo una frutilla.
—¿Y ahora?— pregunte irónico
—Venga— dijo estirando los brazos. Camine y me recosté a su lado. Nos quedamos en silencio un momento. No hacia falta decir que extrañábamos estar así en un lugar tranquilo.
—Tenemos jacuzzi— dije de pronto. Era lo que mas me entusiasmaba —¿Has estado en uno antes?.
—Nunca... ¿Tú tampoco nocierto?.
—Tampoco.... ¿Llenemoslo?
—Bueno— Me comunique con la recepción para que me indicaran como hacerlo. Después de dejar llenando el jacuzzi, le destape una cerveza y me serví una copa de vino.
—Tenemos cuatro horas para que se llene— dije entregándole la cerveza y bebiendo un sorbo de vino, estaba frió, después de degustarlo, el sabor me pareció amargo, así que comí una frutilla. No soy muy fanático del vino blanco, pero era una ocasión especial y era la oferta —Por nuestra primera vez...— dije irónico para un salud —En un motel.
—¡Por nuestra primera vez!— respondió el siguiéndome el juego, chocando su cerveza con mi copa.
Él bebió un gran sorbo de cerveza y yo bebí todo el contenido de la copa. Nos quedamos mirando en silencio, era el momento. Le quite la botella y la deje en la mesa de centro con mi copa. Me gire hacia él, que ya se encontraba sin polera. Sonreí, me quite las zapatillas, me quite el jeans, la chaqueta, quedando en bóxer y polera. Me acerque hacia él, observe su pecho desnudo y comencé a acariciarlo con las yemas de mi mano derecha. Pase mi mano por su cuello, torso, brazos, casi rozando su piel. Mire su bulto a través de su jeans, deslice mis dedos por su camino cubierto de pelos, pase por su ombligo y llegue al bulto. Comencé a tocarlo suavemente mientras lo miraba. Él estaba a mi disposición, su lenguaje físico, su mirada me lo decía. Desabotone su jeans, baje el cierre, traía puesto un bóxer color gris. Su gran pedazo de carne recostado húmedo sobre su pierna izquierda me volvía loco. Quería lanzarme sobre el y chuparlo hasta hacerlo acabar en mi boca. Pero quería jugar, quería hacerlo aguantar hasta que no pudiera más. Baje su bóxer y su hermoso miembro quedo al descubierto. Lo masturbe lentamente viendo como su líquido pre seminal salía en pequeñas cantidades. Lo mire, se mordía el labio inferior, me encantaba su expresión de verme jugar con su miembro. Lleve mi dedo índice a su glande y esparcí su liquido por todo el cuerpo del pene. <Chúpalo> pidió en un susurro. Me negué moviendo la cabeza, él sonrió. Me quite la polera y el bóxer, a él, el jeans y su bóxer. Acaricie sus piernas velludas, sus muslos. Me tomo de la mano y dijo <Súbete> , invitándome a que lo montara. Le hice caso esta vez, me senté encima de él, frente a él. Su miembro quedo detrás de mí. Me incline hacia delante para besarlo mientras con mi mano derecha llevaba su verga hasta mi entrada, para sobarla en mi ano. Comencé a moverlo de arriba abajo, su verga humedeció mi ano <¡Demonios!> dije casi en un susurro. Ni siquiera yo podía aguantarme, quería sentirlo dentro. Lleve su cabeza a mi entrada e hice algo de presión. Sentir que su miembro humedecía mi ano me dilataba de una forma única. Presione más fuerte provocando que gran parte de su miembro entrara. Él gimió del placer, pero lo saque y lo sobe nuevamente en mi ano. Hice algo de presión para volver a introducirlo esta vez hasta el fondo. Volvió a quejarse del placer <Que rico> dijo en un susurro. No dije nada, hice lo mismo dos veces más, lo necesario para dejarlo extasiado. Con solamente mirarlo me daba a entender que solo quería embestirme hasta acabar dentro de mí. Y yo quería lo mismo, así que lo introduje una vez más hasta el fondo. Me acomode para poder subir y bajar. Comencé lentamente para ir más rápido poco a poco. Él mientras masturbaba mi pene y con la otra mano apretaba mi glúteo o presionaba mis tetillas para causarme placer. Y como él sabe, que la única forma de que yo pueda acabar es patita al hombro… Me tomo por los hombros empujándome hacia atrás, quedando yo acostado esta vez y él encima de mí, llevo mis piernas a sus hombros, se inclinó hacia delante para besarme y comenzó sus embestidas lentamente. Cuando el cosquilleo apareció en mí, él acelero y me masturbo para estimularme, buscando un punto en el cual ambos podamos acabar juntos. Cuando yo estaba por, le di la señal, él acelero las embestidas y yo me concentre en acabar. Y en el momento exacto acabe, me retorcí del placer y el detrás mío se quejó de igual manera y me embistió hasta el fondo asegurándose de que todo cayera dentro. Saco su miembro, observo un instante y volvió a introducirlo. Su cara… Su cara era placer puro. Baje mis piernas de sus hombros y se recostó sobre mi respirando agitado.
—Extrañaba esto— dije acariciando su cabello.
— ¿Extrañabas mi pene? — pregunto con una sonrisa.
—Si— respondí sonriendo —Lo amo.
—¿Más que a mí?.
—A ambos por igual— respondí riendo —¿Mas cerveza?.
—Por favor— me levante, tome una toalla de mano que estaba en el sillón y limpie mi semen. Le entregue su cerveza y me serví mas vino. Tome un sorbo y esta vez el sabor no me parecía tan amargo. Al contrario lo encontré rico y refrescante.
—Mira tenemos tele—camine hacia la tele y la encendí. El canal que apareció tenía una escena de sexo heterosexual explícito. La típica escena sexual en cuatro, la verga del tipo era tan grande como la de Franco —¡Hmmm!, ¡Que grande! — dije para molestar a Franco.
—Apáguela po.
—¿No quieres ver tele? — negó con la cabeza —¿No quieres ver porno?, ¿Esos grandes pechos, esa vagina jugosa? — continúe diciendo con una sonrisa en la cara. Negó una vez más —¿No te excita?.
—¡Yapo!, ven a acostarte conmigo— apague la tele y me recosté a su lado —¿Pa’ que pregunta esas cosas?.
—De curioso— respondí abrazándolo y apoyando mi cabeza en su pecho —Me intriga saber si aún te gustan las mujeres.
—No— dijo después de unos segundos de silencio —No me gustan las mujeres, ya no. Me estresan, me dan color de cabeza… Sobre todo la Cati y esas viejas culias de mis compañeras. ¡Son tan chillonas! — continuo diciendo demostrando que realmente le desagradaban.
—¿Por qué tanto? — pregunte riendo.
—Por tu culpa… Tú me cambiaste todo.
—¿Y todo es para bien o para mal?.
—Para bien… Tu eres todo.
El resto de las horas estuvimos en el jacuzzi. Tuvimos sexo en el, y después sexo en la cama nuevamente El lugar se había vuelto tan cómplice, tan nuestro, que no queríamos dejarlo. Las cuatro horas se habían hecho nada, él no se quería ir ni yo tampoco. Pagamos una hora de complicidad más. Nos quedamos acostados en la cama abrazados, amándonos. Así había sido la primera vez, igual que esta quinta vez, a diferencia que esta vez pasaríamos la noche juntos. Afuera estaba oscureciendo. Franco le hacía dicho a la Cati que haría doble turno, se supone que entraba a las 11:00 (a.m.) hasta las 21:30 (p.m.). Y el siguiente turno que era de noche, hasta las 08:00 de la mañana siguiente. Es decir pasamos todo el día juntos y lo que queda hasta mañana. La Nicole me había invitado a su cumpleaños hoy en la noche, y yo iría con él. Hace tiempo que no carreteabamos juntos. Estaba entusiasmado por la salida, pero la verdad no quería salir de ahí.
—¿Vamos amorcito? — pregunto mientras me besaba.
—No— respondí como un niño. Mire la hora —Aún quedan quince minutos. Quedémonos acá, no salgamos más de esta habitación— le tome la cara y lo bese. Pero fue él quien llevo el ritmo del intenso beso.
—Te amo.
—Yo también.
Nos bañamos juntos, cuando estábamos listos para irnos mire la habitación con cierta melancolía igual que las veces anteriores y nos fuimos. En el auto nos pusimos de acuerdo para pasar a comer algo. Pizza, y nos dirigimos a un Papa Johns de la ciudad. A Franco le había encantado así que llegando al local estaba repleto y ni por eso quiso ir a comer a otro lugar. Nos bajamos del auto y caminamos al local. Le pregunte si estaba seguro que quería hacer esa fila y su respuesta fue afirmativa. Una vez en la fila distingo a un tipo que trabaja en el local, dando órdenes a gritos a los demás empleados. Mientras me doy cuenta de quién es, me mira y su cara pasa de estar seria a una sonrisa dubitativa. ¿Jano? Me pregunto para mí mismo. Y en un, dos por tres se encuentra a mi lado saludándome cariñosamente como lo hace siempre, sin importarle la presencia de Franco.
—¡¿Cómo estaí po Borja?! — dijo abrazándome.
—¿Trabajas acá? — pregunte sin creer que aún era él.
—¡Sipo, si te había dicho!.
—No me acuerdo, debí estar borracho— dije sonriendo —¿Y qué haces acá?
—Soy el gerente del local— respondió sonriendo humildemente.
—¡Que buena Jano!.
—Sí, soy el jefe de todos estos inútiles— miro a Franco por primera vez y recordé que no se habían saludado. Les iba a recordar quien era cada cual, pero Jano se adelantó —Hola Franco— dijo él estirando la mano.
—Hola— respondió Franco fríamente y sin extender su mano. ¡Qué momento más incómodo!.
—Bueno— dijo Jano como si nada —¿Pizza?— pregunto mirándome —Les regalos la pizza que quieran— mire a Franco después de su actuar esperando su respuesta.
—No...Vamonos, no quiero hacer fila— ¿que?.
—No van a hacer fila, ni tienen que cancelar— dijo Jano tratando de convencerlo.
—No vale socio, vale pero no, ¿vamos?— puso su palma en mi hombro para que saliéramos del local. Mire a Jano avergonzado y con la mirada le pedí disculpas. Él, en cambio me miro con tristeza. Apenas salimos del local Franco comenzó a reclamar.
—¡Por esa wea me preguntabaí si estaba seguro que quería entrar po!— dijo adelantándose hacia el auto.
—¿Que?, yo no tenia idea de que trabajaba acá.
—¡Mentira!, ¡te dijo que te había dicho!.
—Si pero no me acordaba, de verdad no tenia idea Franco. Te preguntaba por la fila que había que hacer.
—¡Feo culiao, me sale hasta en la sopa!.
—¡Franco por favor no te pongas así!. No arruines esto.
—¡Yo no hice esto, lo hizo ese conchesumare!. Súbete— le hice caso.
—Tú estas haciendo esto, poniéndote celoso, enojado de algo que ya no tiene sentido, que nunca lo tuvo— dije una vez estando dentro del auto.
—¡Ya si!, ¡si la wea siempre es mi culpa!— golpeo con las palmas el manubrio. No quise decir nada para no seguir discutiendo —Pareciera que te gustara el weon— encendió el auto y salimos del lugar.
—No voy a seguir discutiendo contigo por una tontera.
—¡A la chucha!— dijo, acelero y dirigió el auto hacia departamental, en departamental se dirigió a la autopista, una vez en la autopista en dirección al norte comenzó a acelerar cada vez mas rápido. Lo mire, tenia el ceño fruncido y la vista fija en la autopista. Asustado por la velocidad trate de enganchar el cinturón de seguridad —¿Así o mas rápido?— pregunto irónico, sonriendo.
—¿Franco que estaí haciendo?, ¡baja la velocidad!— mire como el velocímetro subía de 80 a 100, de 100 a 120 —¡Franco!— grite asustado.
—¡¿Así o mas rápido te llevo ese weon!?— grito también por el ruido del motor. No podía creer lo que estaba haciendo. Mire el velocímetro nuevamente, de 120 a 140. Mire la autopista, como Franco pasaba a los demás autos y en un intento por adelantar uno, se desvió. Cerre los ojos y sentí como mi corazón explotaba literalmente, nos imagine estrellados contra la gran muralla de la autopista. Pero la velocidad comenzó a disminuir, abrí los ojos, íbamos por unas de las salidas de la autopista. Desconcertado trate de ubicarme, era la salida de la calle Santa Isabel. Me di cuenta de que mi cuerpo entero temblaba —¿Te gusto?— pregunto aun irónico, no podía creer que después de su gran estupidez siguiera con esa actitud, lo mire con desapruebo —¿No te gusto?, ¿como el vídeo de esa mina que te gusta?, (Lana del Rey-Born to die) ¿como cuando te arrancaste con ese weon?.
—¡Enfermo!— grite mientras le pegaba unos palmetazos en el brazo, desenganche el cinturón de seguridad —¡¿Como podí ser tan imbécil!?— afortunadamente el semáforo estaba en rojo, detuvo el auto y me baje. Estábamos en tercera fila, sentía que las piernas se me iban a desvanecer, camine como pude entre los autos hacia una plaza que esta al costado de la calle. Me senté en una de las bancas y comencé a llorar atacado. ¿Porque?, ¿Porque tiene que ser así?. No podía parar de llorar, el cuerpo me temblaba completo, aunque tratara de controlarme no podía. El solo pensar que nos pudo pasar algo por su estupidez me seguía afectando.
—Ya perdona— dijo sentándose a mi lado. No quise resistirme —¿Estay bien?.
—¿Porque Franco?, ¿Porque tení que hacer esto siempre?.
—¿Que?— pregunto como si no supiera a que me refería.
—¡Esto Franco!... Esto, mandarte cagas y después arrepentirte como si nada.
—Ya tranquilito— dijo tomando mis manos temblorosas —No creí...— me miro dándose cuenta de lo que había hecho —No puedo, no se que mierda— se le quebró la voz.
—No Franco, no vengas a hacerte el tonto ahora. ¡Son celos!. ¡Celos estúpidos!— dije alterandome un poco —¡¿Como no pensaí antes?!, ¡casi chocas Franco!.
—Ya perdóname— dijo acercándose para abrazarme —Perdóname Borjita por favor.
—Si, perdóname... Lo de siempre.
—Yapo amor, de verdad, nunca mas— dijo mirándome a la cara.
—Ultima vez.
—Si ultima vez— me abrazo —Abrázame— pidió tiernamente, lo hice.
—Tonto, me asuste mucho— recién mi cuerpo se estaba relajando, y recién me acordaba de que estábamos en una plaza.
—Ya discúlpeme, ¿Vamos?.
—No quiero subirme al auto ahora— dije con cierto temor.
—Ya tontito vamos— dijo sonriendo y secándose las únicas lagrimas que le habían caído.
Una semana después, me encontraba camino a su casa. Cati quiso que me quedara con ellos, y como siempre accedí.
Cuando llegue me quite los audífonos de los oídos,abrí la reja,pase, iba a golpear la puerta pero escuche gritos desde dentro. Gritos de la Cati. Apoye la bicicleta en la muralla y quise escuchar, pero cuando escuche el llanto de la Javi golpee inmediatamente. La Javi me abrió la puerta con un llanto desesperado, mire hacia dentro, la Cati le pegaba como podía a Franco desde el pasillo, afuera de la puerta del baño. Tome a la Javi, la deje al lado del auto y le pedí que se tranquilizara. Entre, tome a la Cati para apartarla y la traje hacia el living, se puso las manos en la cara y comenzó a llorar. La abrace, mire a Franco que seguía ahí en el pasillo, en su mejilla derecha tenia dos rasguños, uno le sangraba.
—Este weon me va a volver loca— dijo la Cati apartándose de pronto —Voy a ir a hablar con tu papá— amenazo a Franco —¡A ver que wea hací ahora weon!— tomo a la niña de la mano y se fue con ella. Franco camino hasta la puerta, con las manos apoyadas en ambos bordes, como decidiendo si detenerla o no.
—¿Que hiciste ahora Franco?— pregunte asustado. Cerro la puerta de un golpe sobre saltándome.
—Naah— dijo sentándose en el living con las manos en su cabeza —Te vaí a enojarte también— pero no tarde en enterarme. Su polera estaba manchada de un polvo blanco, camine al baño. En el piso había una pequeña bolsa transparente rota y polvo esparcido.
—Te pillo jalando de nuevo— me senté a su lado —¿Franco de nuevo?... Lo habías prometido.
—Va venir mi papá— dijo omitiendome.
—¿Porque le teni tanto miedo a tu papá?, Ni siquiera fue un padre presente.
—Pero me hubiera gustado que lo fuera... A lo mejor no seria así— seguía con las manos en la cabeza mirando el pisco.
—¿Así?, ¿Así como?— no dijo nada. Pero insistí, sabia a que se refería —¡¿Así como po?!, ¡Habla!.
—Así... Contigo— explote, ¿Ahora se arrepentía?.
—¡¿Me vaí a decir que ahora te arrepentí?!, ¡esa mierda te esta cagando la cabeza Franco!— dije poniéndome de pie —La Cati tiene razón... Si no me alejo ahora... Voy a volverme loco también— no alcance a abrir la puerta y ya me había detenido.
—No te vayaí, no me dejí solo— quiso abrazarme pero le esquive las manos.
—¡No Franco!, ¡No!, ¡No voy a seguir aguantando tus cagazos!. ¡Esta mierda no la quiero!.
Mire su cara distorsionada, esperando respuesta, pero no dijo nada. Tome mi bici y me fui.
Llegando a mi casa llame a mis amigos y organice una salida al barrio bellavista. Necesitaba distraerme y reír un poco. Salí con mi hermana Cote, y en el camino nos encontramos con la Belen y el Pancho. Llegando al pub pedí un mojito corona, la Cote y la Belen un tequila margarita y el Pancho una piscola. Conversamos y al rato llegaron la Nicole y la Naty, se sentaron, pidieron tequila margarita también y seguimos conversando hasta que llego el Ángel y pidió un tequila margarita también. Conversamos, conversamos y conversamos hasta llegar a la pregunta "¿Y como estaí con el Franco?". No pude seguir mintiéndoles y menos a la Belen se entero apenas me preguntaron por mi cara. Les conté todo, todo lo que habíamos pasado en este ultimo tiempo, esperando y sabiendo lo que me dirían, pero lo necesita. Necesitaba que me dijeran que "no era para mi", "que nunca estaríamos juntos", "que desde el momento que me pego debí dejarlo", "¿como lo pude permitir una vez mas?" y todo eso. Y entre trago y trago les asegure que se había acabo... Pero ni yo me la creía, ya no podía dejarlo.
El primer fin de semana de diciembre la hermana de la Anto, "Johanna", me había invitado a su nueva y recién construida casa en la playa, en Horcón, jamas en mi vida había escuchado ese lugar, ni tenia idea donde quedaba. Pero acepte claramente, un lugar nuevo por conocer. Pero no había sido yo al único que habían invitado, también invitaron a algunos de sus familiares, entre ellos Franco y la Cati. Con Franco habíamos hablado, pero nada concreto: "¿Como estas?, "¿que has hecho?", "¿me extrañas?". La Cati se había molestado conmigo porque me pidió que fuera con ellos, pero la Anto ya me había invitado antes y accedí a ir con ella.
La casa en la playa quedaba bien retirada de cualquier playa cercana, en unos cerros, los cuales estaban divididos por comunidad. La entrada a la comunidad era un largo camino de tierra con casa a ambos costados, eran unos terrenos enormes. La casa a la que nos dirigíamos se encontraba casi terminando el camino, Al llegar la Anto me indico cual era la casa, como todas tenia un terreno enorme, una casa de dos pisos, parecía una cabaña.
—¡Que linda la casa Anto!.
—Si, odio a mi hermana por esto.
—¿Que hay allá?, ¿Al final del camino?— la Anto había venido antes, a acompañar a su hermana a ver el terreno.
—Un mirador, es super lindo te va a encantar.
—¿Un mirador?.
—Si, bajemos las cosas y vamos para que lo conozcas.
—No, mejor cuando sea el atardecer, debe ser lindo.
—Precioso Borja, precioso— respondió la Anto exagerando la palabra.
Nos recibió la Johanna y su pareja. Felices nos mostraron su casa y nos indicaron todo. Y pensé "Que lindo debe ser tener sus cosas junto a la persona que ama". Me dijeron que dependiendo de cuantos familiares lleguen, yo podría dormir solo en una pieza o de lo contrario con la Anto y el Andres. De todos modos yo había llevado mi colchón inflable, con mis sabanas y mi plumón.
Cuando ya estaba apunto de ocultarse el sol con la Anto caminamos al mirador con un pack de cervezas. A medida que nos acercábamos podía distinguir el inmenso mar frente a nosotros, con el sol tiñéndolo de su cálido color. Sonreí de la felicidad, era algo realmente hermoso. Nunca había mirado el mar desde un punto tan alto. Las olas rompían en las rocas abajo y una bandada de gaviotas surcaban el cielo.
—Anto es hermoso.
—Si, viste que es lindo.
—Si me encanto— caminamos hasta el borde, donde habían unas llantas enterradas en la tierra. En un pequeño terreno un poco mas abajo había una animita —Murió alguien aquí— dije mirando pasmado. La sola idea de caer por ahí me ponía lo pelos de punta.
—Si, parece que fue una pareja, en un auto— me estremecí con la idea.
—Que triste.
—Si, fome— nos sentamos en la llantas —Va a venir la Cati con el Franco.
—Si se.
—Si pero ya esta por llegar.
—¿Te dijeron?— pregunte tomando un sorbo de cerveza.
—Denante el Franco me mando un mensaje, para que el Lucho lo fuera a encontrar abajo.
—Ah— pronuncie como si nada.
—Yo se que te quiere Borja.
—Ay Anto no se, no se ni siquiera si él se quiere.
—Es difícil la situación, entiéndelo.
—Lo he entendido todo este maldito tiempo, ya no quiero mas. Sácame un foto mejor, no quiero hablar de él— deje la cerveza en el suelo, le entregue mi celular y me subí arriba de la llanta —De allá atrás, que se vea todo esto— mire hacia el mar, con el sol en mi cara y extendí mis brazos, sintiéndome libre. Por un momento olvide todo y solo disfrute ese momento.
Nos quedamos ahí esta que el sol se oculto y se nos acabaron las cervezas, a mi por lo menos la cerveza me había tocado algo, aparte no habíamos almorzado. Llegando a la casa se encontraba la hermana de la Anto preparando las cosas para hacer un asado, la ayudamos mientras el Lucho se iba a encontrar con la Cati y el Franco. Cuando llegaron traían carne, carbón y obvio muchas chelas y vino. Salude a la Cati que aun estaba enojada, pero no me importo, tome a la Javi en mi brazos y le di un beso, mientras Franco aprovecho para abrazarme y besarme en la mejilla. Con ellos venia el Andy y sus hijos. Franco comenzó a quejarse de que le dolía los muslos por el viaje y que se habían perdido, que hubiesen llegado hace rato de no ser por eso, Gran parte de lo que decía, sentía como si me estuviera dando explicaciones a mi. Pero yo estaba mas pendiente de lo que me hablaba la Javi con lo emocionada que estaba de venir a la playa. Después de que vieran donde dormirán y arreglaran las cosas se pusieron a hacer las cosas, Franco preparo la carne para el asado, el Andy lo ayudaba mientras ambos bebían cerveza, la Cati, Johanna y Anto preparando las demás cosas en la cocina, pelando papas, haciendo algunas ensaladas entre otras cosas, el Lucho y el Andres habían ido a buscar a mas familiares, y yo... Yo estaba jugando al "uno" con la Javi y la Anahi en un mesa larga en el patio. Al final solo llego una prima mas con su pololo. Cuando estuvo todo listo nos sentamos a comer, después de comer, nos pusimos a beber y a hacer sobre mesa. La Anto había traído su karaoke con su proyector. Pusimos una tela blanca en una de la paredes que da al patio trasero y la Anto comenzó a instalar lo demás.
Primero unos vídeos musicales mientas conversábamos, mientras yo pensaba que canción cantar, una que le llegara a Franco, pero no sabia cual, en otro momento tendría miles pero ahora ninguna. Nos sentamos todos alrededor de una fogata que hicieron, bajo el gran árbol de eucalipto que se encontraba en medio del gigantesco patio. A ambos costados de la casa habían dos casas pero no estaban habitadas, detrás, un terreno vació esperando ser construido, se veía tan oscuro que daba miedo, como si alguien estuviera observando.
—¿Que pasa Borja que estaí tan callao?— pregunto Franco que se encontraba frente a mi a través de la fogata.
—Nada— respondí mirando mi vaso de vino que ni siquiera había bebido —Estaba pensando— tome un sorbo, realmente había estado muy callado.
—¿Pensando en que?— pregunto sin temor —Si se puede saber sipo.
—La verdad... Nada importante. Me dio como miedo tanta oscuridad— dije sonriendo con algo de vergüenza. Algunos rieron mientras él me miraba con ternura. Aparte la mirada, hubiera querido estar junto a él, abrazados.
—Tranquilo, si aquí no pasa nada Borja— dijo el Lucho, pareja de la Johanna —Es super piola acá.
—No si se, fue una tontera no mas— respondí riendo y luego bebí un gran sorbo de vino.
—¿¡Yapoh y el karaoke!?— dijo la Cati —¿Anto cuales son las canciones que teni?— la Anto desde su tablet comenzó a proyectar la lista de los karaokes. Pero la Cati sabia que canción quería cantar —¿Tení "yo no soy esa mujer" de Paulina Rubio?.
—Si— contesto la Anto —¿Vaí a cantar esa?— la Cati asintió y la Anto puso la pista. Comenzó a cantar bastante desentonada, con la Anto nos miramos sonriendo. Claramente la canción era para Franco, ella le hacia algunos gestos de desprecio y simulando que era un mujer fuerte. Franco no sabia si sonreír o no, estaba algo incomodo. Luego de su muy desafinada y desentonada canción aplaudimos, canto mal pero interpreto bien, algo que yo no tenia —Ya, ¿quien sigue?— pregunto la Anto, ella y Franco miraron hacia mi —¿Borja querí cantar?.
—No, después... Me da vergüenza— sonreí y tome otro sorbo de vino.
—¡Ah que soy pavo!, canta si estamos en confianza— insistió la Anto. Mi corazón comenzó a latir a full, no se porque siempre que sabia que iba a cantar me ponía así de nervioso. Me tome el resto del vino y me puse en pie.
—¡Ya!,¿ tení Antonia de Gondwana?.
—¡Aquí esta la Antonia po!— dijo el Lucho refiriéndose a la Anto y haciéndonos reír a todos.
—Pero no esta Antonia po, otra— respondí riendo.
—Ya si la tengo— respondo la Anto riendo también —¿Amigo me vas a dedicar mi canción?.
—jajaja no, nada que ver contigo la canción.
—¿Y a quien vaí a dedicársela?— pregunto Franco haciéndose el loco, Cati lo miro de reojo, que desubicado.
—A nadie, no tengo a quien dedicársela— respondí mirándolo, actuando lo mas normal posible —Osea si, se la voy a dedicar a este hermoso lugar que me da miedo de noche (todos rieron).
—¿Pongo la canción?— pregunto la Anto.
—Pónmela— respondí guiñando un ojo y provocando que todos rieran nuevamente. ¡Uau! que rápido pase de la timidez a desenvolverme así, esta bueno el vino. La pista comenzó a sonar, y yo comencé a hacer algunos movimientos lentos al ritmo de la melodía, mientras cantaba sentía que mi labio inferior palpitaba por los nervios. De pronto me fije en mi mano izquierda que la movía de aquí para allá al ritmo de la canción. A modo que avanzaba la canción me fui relajando, cuando termine todos aplaudieron con ganas, sonreí avergonzado y aliviado de que ya lo había hecho.
—¡Oye que cantai lindo, la cago!— dijo la nueva prima "Jessica" con su acento sureño. Aquien habia conocido esa misma tarde.
—Si canta lindo este weon— le respondió la Anto.
—Gracias— respondí entre dientes avergonzado.
Ya para las tres de la mañana estábamos bailando ahí en medio del patio, alrededor de la fogata. Andres la pareja de la Anto se había ido a acostar hace rato así que yo bailaba con la Anto y los demás con sus parejas. La prima nueva, "Jessica" me había caído super bien, después de unos tragos se puso muy chistosa y nos hacia reír a todos con cada cosa que se le ocurría, hasta se tiro al suelo en un canción de reggaeton que decía "al piso, al piso" y quedo llena de tierra. Ahí ya la cabeza me dolía de tanto reír. Franco me miraba feliz, y yo igual a él, coqueteábamos con nuestras miradas. En ese momento solo quería tirarme encima de él y besarlo, pero no se podía. En un momento de la noche quise ir al baño para orinar pero esta ocupado, el Lucho me dijo que fuera a mear al patio delantero no mas. Le hice caso, Franco también, me siguió, cuando estuvimos algo alejados, roso su mano con la mía.
—Hola— dijo haciéndome sonreír de inmediato.
—Hola.
—¿Como estas?.
—Bien, gracias... ¿Y tu?.
—Mal.
—¿Porque?, no he visto que estés mal— respondí mirándolo.
—Por que no me hay pescao en toda la noche.
—Si fuera por mi no te soltaría en toda la noche, pero no se puede po.
—¿Puedo darte un beso?.
—¿Aquí?.
—Sipoh, nadie loh va a ver— nos corrimos a un costado de la casa y nos besamos desesperadamente —Borja— susurro entre besos —Mi Borjita, ¿Aun me querí?— nos separamos, me miro fijamente esperando mi respuesta, ¿Que si lo quiero?, no lo quiero ¡lo amo!. Mis manos alrededor de su cuello comenzaron a apretarlo sutilmente.
—No te quiero Franco... Te amo y te quiero para mi por siempre, y eso me da rabia.
—Te juro que algún día vamoh a estar juntitos pa' siempre Borjita— cada día me convencía menos de eso, pero no quise arruinar el momento.
—Ya volvamos mejor— nos besamos una vez mas, él se fue yo orine y seguimos carreteando.
A la mañana siguiente me despertó la Cati con sus gritos, había dormido en la pieza con la Anto y el Andres. Me asome para ver que pasaba, estaba la Johanna y había llegado la mamá de Franco y de la Anto (ambas hermanas). Estaban tranquilizando a la Cati, puse los ojos en blanco y me volví a acostar, la Anto me pregunto que onda, pero le dije que habían discutido de nuevo quizás por que. Durante la mañana me entero que la Cati le había pillado nuevamente una bolsa de coca a Franco en uno de sus jeans. Quería hablarle y decirle que se dejara de hacer estupideces, que se comportara por su hija al menos. Después hablando con él me explico que no era de él, que el Lucho se lo había pedido y el solo se lo trajo. Según él no jalaba desde esa vez que la Cati lo pillo en la casa, me lo recontra juro, una mitad de mi le creía y la otra no.
Después de todo el drama decidimos para ir a pasar el día a la playa. El dia estaba soleado, ideal para bañarse en el mar. Al llegar la Cati me contó que estaba con toda la wea, que no sabia que hacer y blah blah blah, la misma mierda de siempre. En mi mente me imagina gritándole en la cara que se separara, se fuera y lo dejara solo, me hubiese encantado haberlo hecho. Nos instalamos en la playa, yo quede al medio, entre la Anto y Franco con la Cati. Habían traído cervezas y se habían puesto a tomar, la Cati no dejo que el Franco tomara pero si ella. Yo no quise. Después de que se tomo unas cuantas comenzó a pegarle combos a Franco como jugando pero eran en serio. La Javi la miraba con su carita asustada.
—Cati para— intervine.
—Pero si estamos jugando— respondió mientras seguía pegandole. Mire a Franco como preguntando ¿como se dejaba y no hacia nada?, pero solo miro al piso.
—Cati— dije haciéndole un gesto hacia la Javi que los miraba.
—Hija estos son premios que se gano el papá, se lo merece— aburrido de la escena me pare.
—¿Javi vamos a caminar por la playa?— ella se paro y dijo que si —¿Anahi vamos a caminar por la playa?— le pregunte también a la hija de la Anto, ella asintió —¿Anto vamos?.
—No vayan ustedes no mas.
Caminamos hasta el final de la playa, donde había una plata termoeléctrica. Todos decía que el agua ahí era mas caliente para bañarse por las grandes tuberías de la planta que daban hacia el mar. Pero a mi no me tincaba para nada bañarme ahi, esa plana no me gustaba para nada y lamentablemente la playa donde estábamos estaba llena de medusas por las orillas, no quería que me picaran, menos a las niñas, así que solo caminamos de vuelta. Al llegar ninguno de los hombres estaba, habían ido a comprar algo para comer. La Cati dormía en esas carpas de playa por la mitad y la mamá de Franco se me acerco para agradecerme por haber sacado a las niñas de ahí. Al final casi nadie se pudo bañar por la medusas.
De vuelta camino a la casa pasamos a comprar mas carne y cerveza para seguir a la noche. Yo me sentía melancólico, desganado, quería llegar y estirarme en mi colchón sin hacer nada. Y lo hice, llegue me estire y me dormí para soñar con él. Estábamos en la playa, pero no en esta, en Algarrobo como cuando fuimos con mis amigos. Estábamos felices, juntos, como cuando pasamos esos primeros días juntos en su casa enamorándonos sin tantas complicaciones. Desperté aun mas triste y desanimado, comencé a llorar sin darme cuenta, afuera se escuchaba música y todos hablan, no quería salir de la pieza. Alguien abrió la puerta y me tape rápidamente.
—¿Borja?— era la Anto, me toco los pies para despertarme —Borja despierta.
—Ya— respondí como haciéndome el dormido.
—Anda a comer algo, son las diez ya.
— Bueno, me baño y voy.
Salido de la pieza, me seque la cara y salí al baño, afortunadamente no había nadie, me mire en el espejo, tenia los ojos hinchados, horrible, me duche rápidamente, me vestí y salí.
—¡Wena!, ¡despertó el rey!— dijo el lucho, todos rieron, yo me avergoncé —¿Querí una cervecita?— asentí —Ven siéntate pa' que comaÍ— me senté en la mesa con todos.
—Bueno, ahora que están todos— comenzó a decir la Cati, Franco se encontraba junto a ella al otro extremo de la mesa —Con el Franco nos vamos a ir al norte.
—Pero si eso ya lo sabemos— dijo la Anto.
—Si, pero no en agosto— continuo la Cati —Nos vamos la otra semana— ¡¿Que?!, nadie en la mesa dijo nada.
—¿La otra semana?— pregunto la mamá de Franco.
—Si tia, nos vamos la otra semana— confirmo la Cati, Franco no decía nada, miraba la mesa.
—¿Hijo?— dijo ella dirigiéndose a Franco, Cati se molesto —¿Tú te quieres ir?.
—¡No, no quiere irse pero se va a ir igual!— respondió la Cati yéndose de la mesa, mire a la Anto que al igual que yo no podia creerlo.
—¿Primo de verdad?— tras la pregunta de la Anto él levanto la mirada, la miro, luego a me miro avergonzado y respondió.
—Si, es verdad— ¿que mas dañado podría estar mi corazón?, el único sentimiento que tenia era pena, lastima por él.
—Ojala seaí feliz po Franco allá— las palabras me salieron de un impulso, despues de eso me dedique a comer, comí todo lo que me habia servido, me tome toda la cerveza y me pare de la mesa —Voy a ir al mirador— avise a la Anto.
—¿Al mirador?— pregunto dudosa —No Borja no vas a ir al mirador— dijo como dándose cuenta de algo.
—¡Anto!, quiero ir al mirador— estaba a punto de romper a llorar.
—Ya voy contigo— respondió poniéndose de pie. Salí de la casa antes que ella, me aleje un poco de la casa y comencé a llorar, ella corrió detrás de mi y me abrazo. Caminamos en silencio hasta llegar al mirador.
—No se que decirte amigo.
—Ni yo se que decirme ahora Anto, me quiero ir de acá, no quiero estar acá, ¿le podí decir al Andres si me puede ir a dejar al terminal?
—Borja no seai tonto, como te vaí a ir a esta hora.
—No quiero estar aca Anto.
—Ya amigo tranquilo, si querí mañana te vamos a dejar— me resigne a la idea —Todos sabes que no la quiere y que no se quiere ir.
—Pero se ira.
—¿Voy a buscar unas chelas?
—Trae un vino mejor.
—Bueno, espérame— asentí. El lugar estaba completamente oscuro, solo se veían las luces de las casas mas cercanas y a lo lejos las luces de la calle de la playa, ni siquiera podía distinguir el mar, solo sentirlo, y estaba solo, pero no tenia miedo, al contrario, el lugar me tranquilizaba —Volví— dijo de pronto la Anto, traía una botella de cerveza, un pack de cervezas y un parlante de esos tipo bazuca.
—¿Haremos nuestro propio carrete?— pregunte sonriendo.
—Si, se puso fome alla, preguntaron por ti, les dije que te viniste a fumar un pito y que no querías estar allá porque el ambiente estaba denso, y es verdad.
—Buena excusa.
—Si, mi hermana me dijo que la Cati vino a puro cagar todo, podría haber esperado a que llegáramos a Santiago, pero no, tenia que abrir el hocico ahora la culia— me hizo reír su expresión.
—Cuanto antes lo sepa mejor, para mi al menos.
—¿Y si no se va?, ¿y si se queda?.
—Se va a ir Anto... Por la Javi se va a ir— no dijo nada, sabia que tenia razón. Abrí la botella de vino y tome un sorbo, me desagrado un poco, no estaba acostumbrado a tomar vino, pero quería hacerlo.
—Te quiero amigo, no quiero que sufras.
—Ya se me va a pasar Anto— pusimos música, bebimos nos reímos, como siempre con la Anto nunca la pasaba mal, ni ahora, que podria estar deprimido, siempre encontraba una forma de hacerme reír y pasarla bien, cuando sonó la canción de Rihanna Diamonds la cantamos como si estuviéramos en el living de nuestra casa. Yo estaba por terminarme la botella y la Anto se estaba tomando la ultima lata.
—¿Voy a buscar mas chelas y vino?.
—Anto eso no se pregunta, voh dale— dije riendo.
—Ya, espérame— se levanto y fue, yo aproveche para acercarme a un arbusto que había a un costado y orine. Cuando me di vuelta me asuste, había alguien parado al lado de la banca, pero respire aliviado al darme cuenta que era él.
—¿Borja podemos hablar?.
—Habla— respondí frió.
—Borja, yo voy a volver, en agosto voy a volver— él estaba nervioso.
—¿Ya y?.
—No quiero que estés triste, vamoh a estar en contacto y cuando llegue en agosto quiero quedarme contigo.
—Franco... Desde que empezó esto entre tu yo y yo que vivo triste, supuestamente te ibas en agosto, pero le ibas a decir que no a la Cati cuando llegara el momento y ahora resulta que es la próxima semana y si te vas a ir.
—Si pero voy a volver.
—¡No Franco!, ¡tú te vas y te vas!, yo no te voy a esperar siete meses.
—Borja entiendeme, la Javi, no puedo...
—Franco cállate, si seguí poniendo a la Javi de excusa voy a explotar.
—Pero es la verdad.
—Y siete meses después va a seguir siendo la verdad, va a seguir siendo una excusa.
—Borjita porfa...
—¡No!, ¡tú decidiste irte!, ¡tú decidiste dejarme!, ¡Yo no!— me senté y tome mi celular para poner una canción —Déjame solo por favor— una lagrima traicionera cayo por mi mejilla izquierda —¡Andate!— grite al ver que seguía ahí.
—No, cuando llegue la Anto si querí me voy, no te voy a dejar solo aquí— reí estúpidamente.
—¿Porque?, no hay nadie aquí, no me va a pasar nada.
—No es por eso.
—¿Entonces porque?— reí a carcajadas al darme cuenta el porque —¿Creí que me voy a matar?, ¿que voy a saltar al mar?— no dijo nada, seguí riendo.
—¡Ay Franco que risa!, jamas haría eso por nadie, ¡por nadie!, y menos por alguien que no vale la pena, así que te podí ir no mas, chao, gracias— pero siguió ahí parado, mirándome serio, me puse de pie nuevamente —¡Franco por favor!.
—Dame un beso.
—¡¿Que?!.
—Dame un beso.
—Olvidalo— afortunadamente apareció la Anto —Llego, ¿te puedes ir?— miro a la Anto como esperando su aprobación y camino, pero tenia algo que decirle aun— ¿Sabí que?— se giro hacia mi nuevamente —Me daí pena Franco, ¿como dejai que te trate asi?, ¿que te pegue?— miro el piso avergonzado, se dio la vuelta y siguió caminando —¡Andate!, ¡Andate pal norte con tu mujer!, ¡a hacer tu vida miserable, infeliz!... ¡Andate!, ¡feo culiao!— no podía creer que le haya gritado todo eso, pero se sentía bien, desahogarse. La Anto me miraba sorprendida.
—¿Te desahogaste?.
—No, me falto gritarle mostacero culiao— la Anto rió a carcajadas.
Esa noche estuvimos en el mirador hasta que amaneció. Cuando despertamos nos dijeron que la Cati con el Franco se habían ido, se había ido y no lo volvería a ver.
El lunes en la tarde nos regresamos a Santiago, los chiquillos me dejaron en la puerta de mi casa, me despedí muy agradecido por la invitación a la playa. Entre a mi casa y ahí me quede el resto de la semana, vegetando, trate de que no me afectara, pero era inevitable. El sábado en la tarde la Anto me llamo para decirme que le harían una despedida a Franco y la Cati en la casa de los abuelos, que si quería ir, pero le dije que no. Con la Cati tampoco había hablado nada, por mi mente paso la idea de que a lo mejor se entero, pero no me importo. Esa tarde tampoco quise salir a ningún lado, me quede en mi pieza viendo películas. A las una de la mañana me llamo Franco por teléfono, mire el celular hasta que se apago la pantalla, a los segundos volvió a llamar, tres, cuatros, cinco llamadas perdidas, ¿que habrá querido?, ¿preguntarme porque no fui a la despedida?, cuando la respuesta era evidente. De pronto escuche mi nombre desde fuera, mire por la ventana, era él, baje corriendo las escalera, antes de abrir la puerta pensé ¿que hago, ¿que le digo?, ¿como me comporto?. Abrí la puerta, luego la reja.
—Hola, ¿pasa algo?.
—No, no se, estábamos allá, había tanta gente en esa casa y yo te quería puro ver pero no estabas— note que él estaba algo confundido.
—Franco te vaí a ir, vaí a estar a kilómetros de aquí y yo no voy a estar contigo, ¿que vas a hacer cuando quieras verme?.
—Llamarte, escuchar tu voz diciendo que me ama — dijo eso y me puse a llorar frente a él.
—¿Porque Franco?, ¿Porque no te puedes ir y ya?— se acerco para abrazarme.
—Por que te amo, entiende, y si tu me amaí tenemos que hacer esto juntos Borjita... ¿Ya?— tomo mi cara entre sus manos, seco mis lagrima y me beso suavemente— ¿Aun me ama?.
—Si, sabes que si.
—Yo tambien, mucho, mucho— sonreí al escucharlo.
—¿Saben que saliste?.
—No, me arranque, llame un taxi pirata y me vine.
—¿Cuanto rato te quedaras?— aun seguíamos abrazamos ahí en la calle, sentir su calor era tan reconfortante.
—Quiero quedarme contigo, ¿se puede?— me aparte para mirarlo.
—¿Quedarte?, ¿toda la noche?.
—Si, ¿se puede?.
—¿Y la Cati?, ¿tu familia?, se van a enojar.
—Naah, no estoy ni ahí— justo mi madre se asomo por la puerta.
—¿Borja?— me gire para mirarla —¿Que hacen ahí afuera a esta hora?.
—Hola, ¿como esta?— dijo amablemente Franco a mi madre.
—Hola Franco, bien gracias, entren a la casa, que la noche esta helada, no esta fresco como otras veces— mire extrañado a mi madre ¿que paso con "no" dejarlo entrar mas a la casa?, parece que se le había olvidado.
—Gracias— dijo Franco sin desperdiciar la oportunidad, tomo mi mano y entramos a la casa.
—Ya no metan tanto ruido, voy a dormir, buenas noches— quise preguntarle si se podía quedar Franco, pero al parecer me estaba dando pase libre.
—Buenas noches, descanse— se despidió él de mi madre.
—Ya no seai tan patero— dije riendo, él rió también.
—Pesao, si no la veo hace rato po, y me esta dejando entrar a la casa de nuevo.
—Si no se que onda, como si supiera.
—¿No le dijiste nada?.
—No, no quise decir aburriéndola con este cuento.
—¡Ah! anda chistosito parece.
—Parece...—reímos una vez mas y nos quedamos mirando —¿Y ahora?.
—Quiero estar contigo.
—Estas conmigo.
—Si, pero arriba, en tu pieza.
—Subamos— subimos de la manos como la primera vez que llego a mi casa de sorpresa, empapado por la lluvia de esa tarde. Llegando a mi pieza nos besamos tiernamente y nos miramos a los ojos diciéndonos todo. Nos recostamos en la cama y ahi nos quedamos abrazados. Hasta que su celular comenzó a sonar, era la Cati, no le contesto y apenas dejo de sonar apago el celular. De un momento a otro estábamos desnudos en la cama haciendo el amor, su calor, su cuerpo, su miembro, sus manos, su mirada, su aliento... Amaba todo de él. Hasta el sonido de su estomago diciendo que tiene hambre. Baje a la cocina para hacer unos sandwich jamón, queso, prepare dos té y subí con una bandeja. Estuvimos despiertos hasta la siete de la mañana conversando, recordando momentos tristes, alegres, sus malditos celos y mis malditos enojos.
—Ya amor, durmamos— dijo cubriendome con el plumón.
—No quiero, te vas a ir.
—No tontito, voy a dormir contigo.
—¿A que hora se van?.
—A las diez y algo tenemos el bus.
—¿De la mañana no noche?.
—Noche, viajaremos de noche.
—¿Y el auto?— los ojos se me cerraban solos.
—Lo dejare acá, mi papá lo va a cuidar.
—¡La Javi!— de pronto me había acordado de ella —La voy a extrañar Franco.
—Y ella a ti, te ama— se acomodo junto a mi cuerpo, haciendo cucharita.
—¿Tú me amas?— pregunte casi durmiendo,
—Mas que la chucha— susurro en mi oido.
—¿Y porque te vas?.
—Shuuuuuu— dijo como si estuviera haciendo dormir a un bebé —Duérmase.
Y lo hice, me desvanecí en su abrazo, en su calor. Su calor que para cuando desperté había desaparecido. Me senté de golpe en la cama medio desorientado, lo de anoche había sido real, mire la hora, eran las cuatro de la tarde. En mi velador había una nota de él "Amor, tuve que revisar casi toda tu pieza para poder encontrarla, lo siento pero no podía dejarte con ella, no te preocupes que la entregare a los pacos, desbloqueame de whatsapp para que hablemos, te amo mucho mucho tu Franco". ¡La pistola!, mire hacia el ultimo cajón del closet en el cual la había dejado con una polera. Me levante saque el cajón y no estaba, se la había llevado. Había olvidado que estaba ahí, mi pieza estaba notoriamente desordenada por la búsqueda. Me acosté nuevamente en la cama con la esperanza de que cuando llegara la hora apareciera en mi casa y me dijera que no se iría, que se quedaría para estar conmigo. Estuve toda la tarde impaciente, hice aseo en mi pieza, escuche música sin escucharla, baje a comer algo, mis hermanos me preguntaron que me pasaba, pero les respondí con un simple nada para volver a mi pieza. Puse una película pero tampoco la vi y cuando dieron las diez no paso nada, espere a las once, las doce y nada. Definitivamente se había ido. Se que habíamos quedado en algo, pero mi decisión era otra, su partida cambiaba todo. Le envié un mensaje de despedida, diciéndole todo lo que pensaba, le pedí que por favor no me buscara y que respetara mi decisión, le desee buena suerte y me despedí. Adiós Franco.